¿Vientos de cambio o una revolución de las hormonas?

 

El comienzo

Tomaron Wall Street, tomaron Boston, tomaron LA, tomaron Nueva Jersey, tomaron… ¿De dónde procedía esto que para muchos se convirtió en el viento del cambio? Levantó esperanzas y deseos de miles de personas y los llevó hacia Liberty Plaza, y por tres meses se convirtió en sede de una nueva sociedad: la sociedad de Wall Street. Fuera lo que fuera lo que desencadenó este movimiento, fue rápido y potente, y creció hasta convertirse en un fenómeno histórico único, que apenas si se había visto en los Estados Unidos. Era como si alguna fuerza invisible arrastrara los corazones de la gente, lanzándolos a la vorágine de los acontecimientos, impulsados por sus aspiraciones de justicia social, seguridad y, la libertad de simplemente ser. ¿Qué fue esta fuerza? y ¿Está aún presente?

Occupy Wall Street (OWS) es un movimiento de protesta que comenzó el 17 de septiembre de 2011 en el parque Zuccotti (ubicado en el distrito financiero de Wall Street en Nueva York), fue iniciada por el grupo activista canadiense Adbusters. Las protestas eran en contra de la desigualdad social y económica, el desempleo, la codicia, la corrupción y la influencia indebida de las empresas en el gobierno, especialmente las del sector de servicios financieros. El lema de los manifestantes “Somos el 99%” se refiere a la creciente desigualdad de ingresos y riqueza en los Estados Unidos entre el 1% más rico y el resto de la población. Este movimiento en la ciudad de Nueva York suscitó protestas similares alrededor del mundo. (Wikipedia, la enciclopedia libre, “Occupy Wall Street“)

El movimiento fue inspirado por el levantamiento de la Plaza Tahrir de Egipto y las acampadas españolas. Los manifestantes juraron poner fin a la corrupción adinerada del país y también apoyar la justicia social en todo el mundo: “Nos haremos más fuertes en nuestra solidaridad y seremos escuchados, no sólo en Nueva York, sino que nuestro eco llegará a todo el mundo” (NYCGA)

En aproximadamente dos meses, las protestas se dispersaron por todo el país. En solidaridad con la toma de Wall Street aparecieron nuevos “campamentos” en las capitales de otros estados y en pequeñas ciudades y pueblos. De acuerdo a información en Internet, en pocas semanas la OWS se unió a más de 900 grupos en otras tantas ciudades del país. Incluso se hizo internacional con tomas en Australia, Londres y varias ciudades importantes.

El movimiento que comenzó como un pequeño grupo de manifestantes en el parque Zuccotti, tuvo apoyo de grandes sindicatos, líderes progresistas y de algunos políticos influyentes. Sobre el movimiento de Wall Street hubo declaraciones del presidente Barack Obama y comentarios políticos desde el extranjero. Un líder iraní dijo que esta oleada de protestas en los Estados Unidos era un reflejo de un problema grave que, predijo, en definitiva derrocaría el capitalismo en América. Ayatollah Ali Jamenei afirmó que los Estados Unidos están en una total crisis porque sus ” fundamentos corruptos fueron expuesto al pueblo estadounidense”.

Durante las tres primeras semanas, la OWS fue ignorada por los medios, mientras que las estaciones de radio y televisión independientes inundaban su espacio entrevistando, a organizadores, manifestantes, curiosos, turistas, profesores, estudiantes, policía, personas sin hogar e incluso los fumadores “hierba” que se trasladaron a la parte occidental del parque. Se dieron algunos casos de violencia, detenciones y enfrentamientos, pero en su mayoría, todos se comportaron razonablemente bien y las personas se observaban unas a otras con curiosidad e interés.

Organizadores de la OWS evitaron un liderazgo estructurado a fin de no ser “secuestrados” por agentes del Gobierno o por oportunistas guiados por sus propios intereses. Mientras que muchos estadounidenses insistían en que los manifestantes necesitaban hacer una lista de demandas, exponer sus principios y establecer una estructura de poder bien definida, la Onion Press, una red que hace parodia de las noticias, reiteró sus sarcásticas perspectivas, para demostrar la incapacidad de los estadounidenses para hacer frente a la vida:

“Los manifestantes necesitan unificarse alrededor de una agenda compartida con objetivos políticos precisos, así que puedo ignorarlos” dijo Kate Petrachonis de Tulsa, quién respondió a una encuesta, haciéndo eco de los pensamientos de millones en todo el país. Si no tienen, ante todo, una clara estructura de poder organizada en torno a demandas específicas, entonces nunca voy poder entenderlos, debido al conflicto de intereses políticos o la incapacidad para comprender conceptos económicos complejos y detallados. Estas personas necesitan repensar el movimiento.” Hasta que la OWS tenga un conjunto de objetivos concretos, la mayoría de los estadounidenses, dijo, volverían a esperar que la economía se recupere lentamente mientras que, ciegamente aceptaran las cosas como están.”

Desde que OWS comenzó, ha sido vista, por algunos, como un evento serio y pacífico; por otros como una broma, una especie de fiesta de Halloween o “una revolución hormonal”. Pero la mayoría de los visitantes del parque Zuccotti parecían estar realmente inquietos sobre el destino del movimiento y sus simpatías se inclinaban hacia los ocupantes. Hubo mucha preocupación de que se perdiera la conexión humana en Liberty Plaza. A tal grado que cientos y a veces miles de personas iban a diario – para conseguir esa dosis adicional de camaradería, con la energía rejuvenecedora que venía de la reciprocidad natural, de los abundantes apretones de manos y sonrisas. Caminaban por ahí e iniciaban charlas casuales con extraños que, de repente, se sentían como familia, se unían a conversaciones de grupos, bailaban al son del alegre batir de tambores brasileños, comían comida fresca cocinada en el campamento, trabajaban como “micrófono humano”: todo esto se convirtió en parte de la rutina diaria de la sociedad de Wall Street y la gente fue atraída, independientemente de su impresión del movimiento.

Lo que destacó fue que a pesar de su naturaleza aparentemente caótica, la sociedad de WS vivió, trabajó y respiró al unísono. Al principio, parecía una “rebelión de hormonas”, pero mientras más duraba, más difícil se hacía descartar la presencia de una nueva entidad emergente, que aglutinó a la gente, hasta que empezaron a sentirse inseparables de este colorido organismo diverso y extraño, donde todos eran una parte vital y esencial.

¿Por qué ahora?

Como dijo Joseph Stiglitz, “La crisis económica nos presenta una oportunidad única para buscar el cambio.”

Si analizamos las crisis que están teniendo lugar en cada país, es fácil ver que en la raíz de todas ellas se encuentra la injusticia social, económica y política, causada por la avaricia. Esto es apenas noticias. Durante miles de años, la historia humana, ha estado llena de estos vicios. Así que ¿Por qué hay tal malestar ahora?, ¿Por qué a escala global?, y ¿Por qué todos protestan simultáneamente?

 

Las respuestas puede encontrarse en la estructura y la evolución de la naturaleza humana, afirma Jean M Twenge y W Keith Campbell en The Narcissism Epidemic: Living in the Age of Entitlement (Free Press, 2009). Dicen que somos narcisistas, y que, nos ponemos en el centro y “juzgamos” a los demás según el beneficio que nos pueden traer. Así es cómo nos conectamos con el mundo, a través del cristal con el que lo miramos. Sin embargo, esto es precisamente lo que debemos evitar para tener éxito en la era de la globalización, cuando el mundo esté interconectado y sea interdependiente. De acuerdo con Campbell y Twenge, para tener éxito, debemos desear el beneficio de aquellos a quienes estamos conectados, tanto como lo deseamos para nosotros mismos.

Por lo que se deduce que, como un ente único, debemos afrontar los hechos: el futuro de la raza humana exige la cooperación de todos sus miembros. La realidad dicta que declaremos nuestra interdependencia. En resumen, “La búsqueda de la felicidad no es un objetivo solitario. Estamos conectados, y también lo está nuestra satisfacción. (J.H. Fowler, científico político y social)


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